martes, 28 de abril de 2020

Comunicaciones Confinadas


Soy de hablar poco por teléfono, lo he sido siempre. Recuerdo cuando estaba en EGB y llegaba mi cumpleaños ese día me iba a casa de un amigo a estudiar para evitar tener que ponerme al teléfono tantas veces. Claro que en aquella época yo era más tímido, ahora soy …diferente.
Estoy viviendo este confinamiento desde la “incomunicación verbal”, prefiero la “comunicación escrita”, usar WhatsApp y las redes sociales para mantenerme en contacto con mis amigos, familiares y compañeros de trabajo.
Uso el teléfono para hablar muy pocas veces, más de las que me gustaría.
A diario llamo a mis Padres para ver que tal están.
Es curioso ver cómo han evolucionado nuestras conversaciones.
Ellos están en Doney de la Requejada, un pueblo de la comarca zamorana de Sanabria de apenas 60 habitantes, al que se fueron justo antes de que empezase el confinamiento. En nuestras primeras conversaciones yo les transmitía el miedo que había aquí, las colas a un metro a las puertas de los supermercados, las miradas entre unos y otros como si todos fuéramos unos apestados, y les pedía que por favor se cuidasen. Ellos allí, en un pueblo tranquilo ,sin bar ni tienda , dónde se ve al pastor regresar a la tenada con el rebaño de ovejas cada tarde , no tenían esa sensación de “miedo” y precaución que teníamos en la ciudad.
La preocupación les empezó a entrar cuando tuvieron que desplazarse a El Puente de Sanabria a hacer la compra y a la farmacia, en ese momento se dieron cuenta de que lo que nos pasaba a nosotros en la ciudad les estaba empezando a pasar a ellos en el Pueblo. Y tras la preocupación les llegó el miedo al ver que en poco más de un mes han tenido que ver pasar el coche fúnebre camino al Camposanto del Pueblo cuatro veces en menos de un mes. Bien es cierto que no todos esos fallecidos han sido por el maldito virus, pero el ver la muerte pasar por delante de ti te hace pensar. Las últimas conversaciones ya han ido cambiando, tanto a ellos como a mi ya se nos va notando el cansancio y el aburrimiento del día a día. Tanto ellos allí como nosotros aquí hemos agotado las maneras de consumir las horas del día. Todos los días son lo mismo, parece que vivimos es un eterno lunes de una lluviosa primavera que no termina nunca.
De vez en cuando llamo a mis hermanos, más por temas laborales que familiares, aunque tampoco hablamos demasiado. Tenemos un “acuerdo” no firmado y todos entendemos que si no hay noticias es que estamos todos bien. Al trabajar juntos estamos acostumbrados a vernos trescientos días al año y se nos hace raro nos vernos durante tanto tiempo. Para poder gestionar los papeles del ERTE y el ICO me he tenido que desplazar al Restaurante varias veces y aprovechamos para vernos y comentar el presente y el complicado futuro que nos espera.
Con mi hermana he hablado poco por teléfono, nos comunicamos más por audios de WhatsApp, pero ambos sabemos que estamos siempre ahí para lo que haga falta.

Casi con quien más he hablado estos días por teléfono ha sido con “las Chicas de las gestiones”, Arancha de la Gestoría y Yolanda de La Caixa. Empezamos hablando de los papeleos que hay que rellenar y las gestiones a realizar para salir lo menos perjudicados de esta situación y acabamos comentando nuestros confinamientos. Yo me quejo del mío por aburrido y por mi preocupación por el futuro de mi trabajo, pero ellas, a pesar de poder trabajar desde casa, lo tienen más difícil. Ambas tienen dos hijos pequeños a los que atender y un montón de clientes preocupados a los que solucionar problemas, así que viven en el estrés las 24 horas del día.

No he llamado a ningún compañero de trabajo ni amigo, no puedo, aunque si que he contestado a alguna llamada que alguno de ellos me ha hecho a mí.
Varias veces he intentado llamarlos, pero no he podido. Cada vez que cojo el móvil para marcar el número de alguno de ellos me entra una congoja que me pone un nudo en el estómago y me hace desistir de la idea de hablar con ellos. He descubierto que esos audios de WhatsApp que tan poco me gustaban antes casi es la mejor manera de comunicarnos cuando tenemos mucho que decir y nos ocuparía mucho tiempo escribir.

Las conversaciones por WhatsApp y redes sociales con los amigos también han sufrido su evolución. Al principio nos echábamos unas risas con las ocurrencias de cada uno , los videos haciendo el moña imitando escenas cotidianas preconfinamiento  , memes que iban y venían riéndonos de la situación , las fotos de las comidas que preparábamos en casa , los rollos de papel higiénico , los disfraces , los bailes en casa …… pero según avanzan los días del “estado de mierda” y aumenta la cifra de fallecidos, las risas cada vez son menos y las preocupaciones cada vez mayores por el futuros de la forma de vida que hasta ahora habíamos llevado.
Hoy mantuve una conversación vía WhatsApp, primero con textos y después con audios, con una amiga de hace más de veinte años. Su situación es preocupante. Casada y con una hija tienen un pequeño negocio en el que ella y su marido trabajan cada día …trabajaban. Su negocio vive al día, se nutre de a cuota de unos socios que con el cierre del local se ha cerrado su fuente de ingresos. Sin ingresos hay que tirar de los pocos ahorros que tienen para pagar el alquiler del local, la hipoteca de la casa, el colegio de la niña, los gastos habituales de una casa, etc. Para colmo su casero les exige el pago del alquiler del local y les dice que si no pagan se van a la calle y que vende el local. A mi Amiga y su Familia el COVID-19 no les ha afectado, pero el postCovid les va a dejar en una situación preocupante.
Hace unos días también wasapeé con otro amigo de hace más de 30 años. Pequeño negocio de hostelería a las afueras de Madrid. Sus hijas ya son mayores y tienen sus primeros trabajos, pero siguen en casa. El matrimonio trabaja en el bar sin más empleados y ya llevaban un año de mala racha con retrasos en los pagos a hacienda. Con el cierre la situación se complica más pues debido a sus deudas con Hacienda y autónomos no pueden optar a las ayudas del Gobierno Central y la Comunidad de Madrid. Otros que se han salvado del COVID19, pero van a sufrir mucho tiempo el postCovid.

Son solo dos casos , pero seguro que entre mis Amigos y Familiares hay muchas circunstancias similares.

No os quiero contar el caso de mis allegados que en estos días han perdido a su Padre, su Madre o a los Abuelos. Eso sí que es más duro, más difícil de gestionar mentalmente. Como les digo a mis Padres:” Cuidaros, porque morir nos vamos a morir todos algún día, pero es muy triste morirse en estas circunstancias, sin poder despedirte de los tuyos ni recibir la despedida que cada uno se merece”

Si al principio del confinamiento (me niego a llamarlo Encierro, #mecagoentodoloquesemenea) no tenía ganas de hablar con nadie por teléfono, según avanzan los días me resulta más complicado hacerlo.

Yo se que la Gente que me quiere está ahí, me lo demuestran cada día, y ellos saben que yo estoy aquí para lo que haga falta.

Volverán los días de alegrías, de rondas de vinos, de meriendas, de toros, de almuerzos, de besos y abrazos.
Volverán los “Completos” del Restaurante y las prisas y la preocupación por atender a nuestros Clientes y Amigos como se merecen.
Volverán las cenas en Familia para celebrar que estamos todos juntos, sanos y salvos.
Volveremos a hablar cara a cara, mirándonos a los ojos.

Volveremos

#LaVidaEsParaVivirla


Postdata:
Empecé este texto con la idea de escribir menos de 140 caracteres y publicarlo en las redes sociales , pero me vine arriba y me salió todo esto.
Podría seguir escribiendo mucho más porque una vez que arrancas siempre es más fácil , pero tampoco quiero ser pesado .
Si otro día me llega la inspiración a través del vino tinto de la Ribera del Duero os escribo otro texto.
No prometo nada.